lunes, 21 de noviembre de 2011

Teatristas y Demagogos



Vimos con asombro como determinados sectores de la sociedad dominicana que podrían considerarse así mismos muy importantes para la salud educacional de la población en general se rebajan hasta el extremo de convertirse en malandrines cuando utilizan lo que debería ser sus preclaros pensamientos (o preclaros intelectos) para fabricar cosas fantásticas, tratando así de hurtarle la aparente ingenuidad que genialmente manifiesta el pueblo llano en todos sus quehaceres, estos profesionales amantes del retroceso los hay que son escritores, periodistas y hasta analistas de la ciencia política a profundidad (es lo que podemos apreciar en algunos) en sus exposiciones escritas, lo que nos da la idea inequívoca de que su léxico es exactamente igual, por la sencilla razón de que si se piensa igual, se actúa igual, y más cuando se es extremadamente sectario, como es demostrable en lo que escriben algunos personales a los que nos estamos refiriendo sin mencionar sus nombres, por razones obvias.

Aunque a decir verdad, aquí todos estamos impregnados de sectarismo por la politización imperante, por lo que no es un pecado. Lo que si es pecado y de mucho capital, es ser extravagante practicando falacias, serian indignos de llevar profesiones como la de escritores, periodistas, y analistas, pues la convierten en  un peligroso escorpión que tiene en la punta de su cola un aguijón repleto de veneno para aguijonear, torturar y matar a todo aquel que dicho escorpión considera es su enemigo, y así como actúa así mismo funcionan los susodichos escritores, periodistas y analistas de las ciencias políticas, los que con mucha ligereza lanzan sus dardos envenenando henchidos de maledicencia, tratando de matar con manipulaciones y mentiras el espíritu combativo de los que defienden causas que los que las han asumido creen que son justas y al parecer, los plumíferos defensores del retroceso que engendra injusticia al no tener en su ambiente, nada justo que defender, apelan al engaño y triquiñuelas y eso lo convierte en teatristas bufones de mala ralea.


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