Los empecinados promotores de la democracia representativa al
estilo norteamericano deben estar un tanto decepcionados por la actitud ultima
del imperio de rechazar las resoluciones de los organismos mundiales, a los que
nunca han respetado, y si no recordemos el caso de Irak al que invadió y destrozó
vidas pasándoles por encima a varias resoluciones de la ONU. Cuando hablamos de
la democracia representativa no nos referimos a la verdadera, a la que reza del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La de la maldad, la que debe llamarse
demoniaca representativa. Porque enseña la violencia y el crimen en todas sus
manifestaciones; es la democracia representativa de los poderosos, de los que
avasallan pueblos y los someten a sus dominios, enajenándolos.
Es la democracia
de los fusiles, de los tanques de guerra, de los portaviones, la de los aviones
que lanzan bombas y misiles. Como hacen los yanquis, ingleses, apropiarse de
sus riquezas, petróleos y de su autodeterminación, a vivir como ellos quieran y
con quien quieran, a tener el gobierno que le guste, que lo cambien ellos
cuando gusten, y a tener la ideología que prefieran y la economía que les de la
gana.
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