Un pensamiento vuela y vuela igual que una águila real
buscando a quien comunicarle que la vida de los humildes trabajadores, los
poderosos se las llevan y a nombre del poderoso dios del dinero crean guerras y
destruyen pueblos, no les importa los padres, madres, niños hambrientos y
enfermos, consideran que pueden ser los herederos, y los matan con saña para
hurtarles sus únicas riquezas, que son sus esperanzas y sus sueños. Los dueños
del dios dinero no tienen escrúpulos, son insaciable, sus fines primarios son
la expropiación, explotación y depredación; no importa que sea ser humano o
animal, naturaleza, creadora de todo lo que hay.
El poderoso es un ser borracho, drogado, incurable, lo único que
le importa es tener llenos los bolsillos, acumular bienes, su valor es el oro,
plata, y montañas de billetes verdes. Quiere impunidad. Es un personaje del
destripador y manipulador imperialismo yanqui al que se asocian todos los chupa
sangre de trabajadores, los que, al no tener quien los defienda de sus
esclavistas, envejecen trabajando, percibiendo salarios miserables.
Los gobiernos, históricamente han sido indiferentes al problema
por ser estos los mayores empleadores y los peores pagadores de trabajadores,
por lo tanto no le interesa discutir el problema con los explotadores, y así
sigue el trabajador ganando miserable salario; así va pasando el tiempo, con
sus meses y años, hasta que un día cualquiera muere el pobre proletario,
consecuentemente sus familiares, esposa e hijos, quedan en desamparo.
El desgraciado patrón no le dio ni para el entierro, después que
le saco el jugo al pobre trabajador, quien laboro cincuenta años en los predios
del señor y lo envió para su casa convertido en bagazo, y el proletario murió del
sufrimiento, llevándose su dolor. La comunidad, indignada con llanto lo despidió
prometiéndole que algún día los abusos se acabaran porque de todas formas las
tumbas e los trabajadores saldrán a cobrarle las injusticias al patrón, por
criminal.
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