viernes, 27 de mayo de 2011

La Madre En El Drama Historico De La Isla, Por Juan Bosch (IV)


En este día de las madres debemos consagrar una hora a ella; a la madre de todos, a la que cada día pasa por nuestro lado sin que sepamos su nombre; a la que ya murió y a la que aún vive. No pensemos sólo en la nuestra, en la que nos llevó en su entraña y nos cobijó con su amor. Esa es siempre la más bella aunque sus rasgos sean toscos; la más joven aunque tenga ochenta años y peine canas; la más saludable aunque esté en lecho de enferma; la más alegre aunque el sufrimiento la haya deformado; la siempre viva aunque haya muerto. 

Pero la otra, la de todos, la madre del sufrimiento dominicano, la madre que dio hijos para que hicieran patria y los dio para las guerras civiles y los dio para restaurar la República y los dio de nuevo para que los caudillos los enviaran a la muerte; la madre dominicana que parió víctimas para la tiranía… ésa es la raíz misma de este pueblo, la fuente de su vida y tal vez la única explicación de su existencia. Sea para ella nuestra veneración… 

Pero nuestra preocupación debe ser para la madre pobre; la que en los ranchos de las ciudades y en los bohíos de los campos, a la luz de la “jumiadora” o de la lámpara, ha estado junto al catre o junto a la barbacoa del hijo enfermo, vigilando con ojos endurecidos por el trasnocho y rogando a Dios de las alturas, con palabras atravesadas por el dolor, la salvación del enfermito.

Nuestros pensamientos son hoy, Día de las Madres, para esa que se levantó atormentada, buscando con ojos sin sentido en los rincones de la vivienda algo con que hacer comida para sus hijos, los hijos del hambre que ella trajo al mundo con tanto amor como la señora encopetada, pero desdichadamente sin la comodidad de la señora encopetada.



Madre dominicana pobre, fuente del sufrimiento, flor de lágrimas: tus hijos duermen sin sábanas, tus hijos se levantan desnudos y pasarán el día desnudos o vestidos de harapos; tal vez tus hijos no comerán en esta Día de las Madres. Pero ten la seguridad de que miles y miles de dominicanos oran y luchan para que en esta tierra que te debe tanto amanezca un día la justicia sentada en la loma más alta y en el bohío más humilde, con las dos manos llenas del pan que te has ganado con tu dolor en todos los años de nuestra historia. Que el Señor te bendiga en este día, madre dominicana.

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